El mirador situado en el cerro conocido como “el Salto Aragón”, está situado al norte del término municipal de Fuenmayor. Podemos llegar a él por el camino que por el término de Carreanillo lleva al de Peña Gorda.

 Un espacio vallado desde el que nos asomamos al río Ebro que encajona la línea del ferrocarril a nuestros pies y separa La Rioja del País Vasco.

Podemos ver hacia el Oeste el polígono industrial de Buicio y, si el día es claro, recortarse en el horizonte la cumbre del San Lorenzo, la más alta de La Rioja que acoge la estación de esquí de Valdezcaray, el cerro con pinos de repoblación tras el cual se asienta Cenicero y, un poco más abajo, el meandro del Ebro en el que viejos chopos, sauces y alisos que enmarcan la isla soto de Buicio, uno de los pocos ejemplos de sotobosque de ribera conservado en estado puro en un paisaje dominado por la viña y la actividad humana. En su interior, entre matas de saúco y espino sobreviven una de las escasas reservas de visón europeo y de nutrias, dos pequeños mamíferos cazadores de hábitos nocturnos.

El martín pescador, el milano negro, el martinete, la garza, el pito real, la oropéndola y la paloma zurita sobrevuelan este pequeño paraíso observando desde la altura las aguas del río en el que viven bogas, gobios, cachos, barbos y truchas.

Más abajo, el mar de viñas que es La Rioja con sus bellas tonalidades especialmente en otoño. La vegetación de ribera nos sigue marcando el cauce del padre Ebro y ya al norte vemos la vía del ferrocarril avanzando hacia nuestros pies enmarcando los viñedos de Peñagorda y El Barco en esta orilla y de La Poveda en la de Lapuebla y allí en el horizonte, las cumbres de la Sierra de Cantabria, con el Toloño, la más elevada, Herrera, El León, Peña Colorada y el impresionante León Dormido, que nos invita a cerrar los ojos y disfrutar de una panorámica que, como el buen vino de Rioja, alegra nuestra vista y serena nuestro espíritu.